A medida que las personas envejecen y su salud empieza a deteriorarse, es importante que planifiquen los cuidados a largo plazo para proteger los bienes que han ido acumulando durante toda su vida. En la mayoría de los casos, son los hijos de esas personas quienes se encargan de obtener la orientación necesaria para dicha planificación. Sin embargo, no todos los hijos están preparados para asumir esa responsabilidad. Los hijos pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de considerar un plan de acción adecuado.

El escenario

Supongamos lo siguiente: una mujer viuda de 80 años tiene algunos problemas de salud y parece que pronto necesitará ayuda para la vida diaria. Tiene dos hijos. Uno de ellos está casado y tiene familia. La otra se ha mudado recientemente a casa de su madre tras varios intentos fallidos de mantener un trabajo estable.

El primer hijo ha asumido la responsabilidad de gestionar los cuidados de mamá y reconoce que necesita solicitar Medicaid e ingresar en una residencia. La casa familiar es el mayor activo de mamá y es de su propiedad exclusiva.

Aspectos a tener en cuenta

Sin una planificación anticipada, la vivienda de la madre estará sujeta a un embargo por parte de Medicaid por los servicios recibidos. Aunque la mejor planificación tendría lugar al menos 5 años antes de necesitar dichos servicios, se entiende que no todas las circunstancias son previsibles. Sin embargo, eso no significa que no haya otros vehículos para intentar salvar parte del activo. Aproximadamente la mitad del valor de la vivienda podría salvarse con una planificación adecuada, pero ello implicaría venderla.

Otras consideraciones

El segundo hijo no ha expresado ninguna intención de abandonar el hogar e insiste en permanecer allí sin pagar alquiler hasta que se le obligue a marcharse. ¿Cómo manejar esta situación? Si un hermano o un hijo no cooperan, pueden surgir muchas complicaciones. En esta situación, se pone de manifiesto qué tipo de impacto pueden tener los hijos en la planificación de sus padres.

¿Cuál es la solución?

Mantener una actitud amistosa es siempre lo mejor, por mucha frustración que se experimente. Lo ideal sería mantener una conversación desde el principio entre el hijo uno y el hijo dos, haciéndole saber que puede llegar un momento en que haya que vender la casa e intentar que se sume. Tal vez un acuerdo por escrito que otorgue al hijo uno la discreción de establecer cuándo será ese momento. También sería aconsejable nombrar a la hija única apoderada para que tenga autoridad para vender la casa y llevar a cabo cualquier otra acción que pueda ser necesaria en relación con la venta de la casa.

Si la segunda hija sigue protestando, hay que señalarle que, aunque actualmente viva sin pagar alquiler, se está perjudicando a sí misma, porque puede que el bien no tenga ningún valor si sigue a nombre de su madre. Si la madre permanece en una residencia de ancianos durante varios años y la casa sigue a su nombre, Medicaid ejecutará la hipoteca de la casa a su muerte y lo más probable es que no deje nada a los hijos para heredar. Sin embargo, si venden la casa pronto, existe la oportunidad de ahorrar una buena parte del valor si la planificación se hace correctamente. Tal vez el incentivo del dinero sea suficiente para conseguir la cooperación del segundo hijo.

Si todo lo demás falla, por desgracia, tendrías que recurrir al desahucio del niño dos por vía judicial. Esto tiene consecuencias mucho más trascendentales que simplemente intentar salvar una casa. Podría afectar a las relaciones familiares de por vida y por eso siempre es importante intentar llegar a decisiones amistosas. Tómense el tiempo necesario para hablar e investigar a fondo sus opciones antes de tomar cualquier decisión.

Si usted, o alguien que conoce, se encuentra en una situación como la anterior, póngase en contacto con nuestro bufete para concertar una reunión con uno de los miembros de nuestro experimentado equipo y ayudarle a resolver su situación.